lunes, 25 de febrero de 2013

Del 25 de febrero al 3 de marzo de 2013

Canción 7


Se ha roto el río. 

Pedazos de espejos rotos
navegan por todas partes. 
Van espejos con caballos.
Espejos rotos, con árboles. 

Se ha roto el río. 

Desazogados cristales
rotos, azules y verdes,
que no podrá juntar nadie. 

Se ha roto el río. 

Y el cielo, roto en el aire,
no sabe ya en donde verse,
en donde, roto, mirarse. 

Rafael Alberti España-1902
De “Baladas y canciones”
Poema leído por Esther Núñez

domingo, 24 de febrero de 2013

Semana del 18 al 24 de febrero 2013


El Herido

Para el muro de un hospital de sangre.
   I 

POR LOS CAMPOS luchados se extienden los heridos.
Y de aquella extensión de cuerpos luchadores
salta un trigal de chorros calientes, extendidos
en roncos surtidores.
La sangre llueve siempre boca arriba, hacia el cielo.
Y las heridas suenen igual que caracolas,
cuando hay en las heridas celeridad de vuelo,
esencia de las olas.

La sangre huele a mar, sabe a mar y a bodega.
La bodega del mar, del vino bravo, estalla
allí donde el herido palpitante se anega,
y florece, y se halla.
Herido estoy, miradme: necesito más vidas.
La que contengo es poca para el gran cometido
de sangre que quisiera perder por las heridas.
Decid quién no fue herido.

Mi vida es una herida de juventud dichosa.
¡Ay de quien no está herido, de quien jamás se siente
herido por la vida, ni en la vida reposa
herido alegremente!

Si hasta los hospitales se va con alegría,
se convierten en huertos de heridas entreabiertas,
de adelfos florecidos ante la cirugía
de ensangrentadas puertas.


  II

Para la libertad sangro, lucho, pervivo.
Para la libertad, mis ojos y mis manos,
como un árbol carnal, generoso y cautivo,
doy a los cirujanos.

Para la libertad siento más corazones
que arenas en mi pecho: dan espuma mis venas,
y entro en los hospitales, y entro en los algodones
como en las azucenas.

Para la libertad me desprendo a balazos
de los que han revolcado su estatua por el lodo.
Y me desprendo a golpes de mis pies, de mis brazos,
de mi casa, de todo.

Porque donde unas cuencas vacías amanezcan,
ella pondrá dos piedras de futura mirada,
 y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan
en la carne talada.

Retoñarán aladas de savia sin otoño
reliquias de mi cuerpo que pierdo a cada herida.
Porque soy como el árbol talado, que retoño;
porque aún tengo la vida.


Poema de Miguel Hernández
Del libro “El hombre acecha”
Leído por Gloria Gómez

viernes, 22 de febrero de 2013

Semana del 18 al 24 de febrero 2013

Un Sol

 

No hay una naranja perfectamente redonda
No hay un día perfecto
Hay un sol para los que han peleado
contra las sombras
sin rendirse jamás
de noche
de día
a orillas del lago
bajo el sicomoro y el sauce
entre las rocas y las anémonas
Para ellos hay –habrá- un sol
porque han peleado contra las sombras
contra su propia oscuridad
su turbia lámpara
su ignorante desgano
Para ellos

habrá un sol
pero no hay
no habrá nunca un día perfecto
una naranja perfectamente redonda

Edgar Bayley

Argentina-1919

Poema leído por Maribel Domínguez Duarte

jueves, 21 de febrero de 2013

Semana del 18 al 24 de febrero de 2013


El Canto


Rómpanme los vestidos, quítenme la locura,
pulan con ese látigo mi sitio de estar sola,
tráiganme los infiernos, pongan mi cama dura;
no temo a los tiranos ni al cáncer ni a la ola.

Déjenme sin pecado, sin sol, sin biblioteca;
ya huérfana de todo no sentiré ni tedio.
Escóndanme ese pan, claven mi boca seca:
nada podrán hacerme que no tenga remedio.

No importará la cárcel porque bebí delirio,
hasta en el mismo polvo suele nacer el lirio,
ninguna muerte sabe podrirme la mañana.

Mi corazón no tiene gravámenes ni dueño.
Nunca podrán quitarme el ala con que sueño.
Y seguiré cantando cuando me dé la gana.

Carilda Oliver Labra
Poema leído por Esther Núñez

miércoles, 20 de febrero de 2013

Semana del 18 al 24 de febrero 2013


Paisaje con dos tumbas
y un perro asirio

Amigo,
levántate para que oigas aullar
al perro asirio.
Las tres ninfas del cáncer han estado bailando,
hijo mío.
Trajeron unas montañas de lacre rojo
y unas sábanas duras donde estaba el cáncer dormido.
El  caballo tenía un ojo en el cuello
y la luna estaba en un cielo tan frío
que tuvo que desgarrar su monte de Venus
y ahogar en sangre y ceniza los cementerios antiguos.

Amigo,
despierta, que los montes todavía no respiran
y las hierbas de mi corazón están en otro sitio.
No importa que estés lleno de agua de mar.
Yo amé mucho tiempo a un niño
que tenía una plumilla en la lengua
y vivimos cien años dentro de un cuchillo.
Despierta. Calla. Escucha. Incorpórate un poco.
El aullido
es una larga lengua morada que deja
hormigas de espanto y licor de lirios.
Ya viene hacia la roca. ¡No alargues tus raíces!
Se acerca. Gime. No solloces en sueños, amigo.

¡Amigo!
levántate para que oigas aullar
al perro asirio.

Federico García Lorca
Del libro “Poeta en Nueva York”
Leído por Gloria Gómez Candanedo







martes, 19 de febrero de 2013

Semana del 18 al 24 de febrero 2013



Elegía para decirme

Yo le recuerdo aquí: donde me duele
el color que le trajo a mi esperanza;
y le recuerdo aquí porque soy triste
y ya no puedo echarme entre sus lágrimas.

¿Qué corazón saldría de este insomnio
si yo supiera ser una muchacha;
si no me pareciera tanto a mis ojeras,
ni a esta tarde de invierno, así doblada!

Pero me acuerdo aquí de que anda lejos
el que vivió a la vuelta de mi espalda.
Me acuerdo de su nombre perezoso
que casi no quería ser palabra.
Me acuerdo de su risa mal abierta
riñéndole por dentro a la mirada,
y de su frente que crecía;
y de su voz inútil como el alba
y de un secreto que quedó inconcluso
aquel domingo en que amó la nada.

¿Qué corazón saldría de este insomnio
si yo supiera ser una muchacha!
Pero me duele aquí, donde me canso,
aquel hombre agobiado por crisálidas.
Pero me duele aquí, donde soy sola,
esta verdad metida entre dos alas.
Qué corazón saldría de este insomnio...

Pero soy todo el blanco que se acaba,
y no me porto bien con la alegría
por lo que traigo al sur de mi garganta.


Carilda Oliver Labra
Poema leído por Maribel Domínguez Duarte

Semana del 18 al 24 de febrero 2013

 

Una cosa muy simple


Una cosa muy simple
quisiera saber
¿A mí, cómo me va? 

Tal vez me vaya bien
pero al no darme cuenta
feliz no puedo ser.

Tal vez me vaya mal
y sin darme cuenta
no lo podré remediar.

Escucho por la radio
cómo cantan mis canciones.

Mi amada me bendice
porque famoso soy
pero yo me pregunto
¿A mí cómo me va?

Tal vez me vaya bien.
Tal vez, este dolor
no signifique nada.

Tal vez me vaya mal.
Tal vez esta alegría
no me pertenece.

Mi amada me dice
mirándome a los ojos:
¡Ay! qué bello que eres
cuando desapareces. 

Y cuando estás dormido
pareces muy contento
y al levantarte gimes
por un dolor ahí.

Ya no te entiendo
cuando llego a escribir
mejor muerto que vivo
para hacerte feliz.

Miguel Oscar MenassaDe “Canciones [2003-2004]”
Poema leído por Esther Núñez

domingo, 17 de febrero de 2013

Poema leído en el taller, 3 de febrero 2013

A partir de hoy

Cautiva en una jaula de mutilados brazos
Edificada entre la espesa maleza de mis párpados
Vigilada por sombras tan sigilosas como imaginarias.

Eterna crisálida ,
sepultada en días coagulados
Y noches solitarias.

En mi pecho aún anida el sabor del  primer beso,
Vertientes de anhelos estremecen mi cuerpo
Reflejo de un inmenso jardín soleado
De alas abiertas
Que acaricia los pliegues más íntimos
Y olvidados,
Deshoja los mayores temores
Alzando un lejano corazón hambriento.

A partir de hoy creeré ciegamente en la metamorfosis,
Devorando madrugadas
Girando la llave de tus labios de miel,
Sentir en la piel este vértigo
y deshacer el miedo de una dentellada.


Un poema de Maribel Domínguez Duarte.
Integrante del taller de Poesía Grupo Cero
Alcalá de Henares

viernes, 15 de febrero de 2013

Poema leído en el taller, 10 de febrero 2013



Lejanía

Ahora estoy excitado, loco de contento,
Me puse a decir cosas y nació un poema.
Después me sacudí las últimas cenizas de la muerte
Y me puse a mirar la lejanía y, algo me estremeció.

No fue una luz de fuego, ni el dolor de la guerra,
Ni del fruto las artes y las ciencias luminosas.
No vi cuando miré la lejanía la caída del mundo.
Ni bombas atómicas, ni láser asesino, ni venenos.

No vi al hombre en soledad encerrado en si mismo.
Ni a la mujer crucificada queriendo ser nuevas religiones.
No vi familias encadenadas o muertas o estados corrompidos.

No vi niños raquíticos ni jóvenes drogados o perdidos.
Ni me ví, a mi mismo, viejo, con barba blanca, escribiendo.
Lo que ví fue, sencillamente, la lejanía y, eso, me estremeció.

Miguel Oscar Menassa
Libro “La Patria del Poeta” 1991
Leído por Gloria Gómez

jueves, 14 de febrero de 2013

Poema leído en el taller, 10 de febrero de 2013


Huelen las rosas

Sobre la mesa han puesto un barro humilde
con unas rosas que lo justifican
igual que justifica el hombre
un claro destello, una esperanza, una sonrisa.
Huelen las rosas, y sentir su aroma
también es dar constancia de la vida,
es percibir la realidad que llega
en su increíble y breve maravilla,
huelen las rosas, qué delgado mundo
de fragancia nos llega en su caricia,
qué prodigioso mecanismo se hace necesario
hasta dar con esta mina sutil de olor,
cuántos secretos reinos botánicos,
qué incógnitas provincias de vegetal acción,
desde la tierra suben elaboradas, resumidas,
adelgazadas hasta lo indecible
para ser un milagro entre la brisa de la mañana,
un invisible copo de aroma hacia la tarde,
un terciopelo de perfume solar al mediodía.

Trabajaron obreros diminutos y subterráneos
por las galerías donde la gota de agua
y las substancias germinales se alían.
La nieve puso un dedo entre los labios,
el viento golpeó las ramas niñas,
deshilvanó la lluvia sus collares, y entre tanto,
en la arcilla, porosa y maternal,
manos minúsculas manipulaban
ciegas en la alquimia del delgado perfume de las rosas,
para que al fin se derramara un día
desde esta mesa en la que he puesto un barro humilde,
y nos regale su delicia. ¿Porqué?¿Porqué?
¿Las hemos merecido?
¿Merecemos que sea así la vida tan hermosa y fragante,
que penetre por los sentidos su verdad sencilla
tan misteriosa y generosamente?.
Algo hay que nos responde por las rosas,
una respuesta de perfume, escrita en el aire,
las cosas que manejan nuestra manos
¿porqué han de ser distintas de los rosales?
Con amor ¿por qué no son también aroma concedida?
Vivir no es mas difícil que un rosal,
lo que anula su aroma es la injusticia."

Leopoldo de Luis
Poema leído por Maribel Domínguez Duarte

miércoles, 13 de febrero de 2013

Poema leído en el taller, 10 de febrero de 2013

 

Puerta Nocturna


Tantas veces llamé, tantas y tantas
a esa nocturna puerta enmohecida,
que hoy me parece que gasté mi vida
golpeando contra ti, que te agigantas

¡oh Puerta del Dolor! Y me quebrantas
con tu espectro de cal endurecida,
siempre soberbia, lúgubre y erguida,
rompiéndome a la vez puños y plantas.

Mas una noche levanté una piedra.
La arrojé contra el duelo que aún me arredra.
Cimbró el cerrojo. Se cuarteó el granito.

Después, silencio. La quietud murada.
La inexorable puerta clausurada,
y un miedo entre las sombras infinito.

Germán Pardo García - Colombia-1902
Libro  “El Defensor”
Poema leído por Esther Núñez

martes, 12 de febrero de 2013

Poema leído en el taller, 10 de febrero de 2013


Cielo vivo

 
Yo no podré quejarme
si no encontré lo que buscaba.
Cerca de las piedras sin jugo y los insectos vacíos
no veré el duelo del sol con las criaturas en carne viva.

Pero me iré al primer paisaje
de choques, líquidos y rumores
que trasmina a niño recién nacido
y donde toda superficie es evitada,
para entender que lo que busco tendrá su blanco de alegría
cuando yo vuele mezclado con el amor y las arenas.

Allí no llega la escarcha de los ojos apagados
ni el mugido del árbol asesinado por la oruga.
Allí todas las formas guardan entrelazadas
una sola expresión frenética de avance.

No puedes avanzar por los enjambres de corolas
porque el aire disuelve tus dientes de azúcar,
ni puedes acariciar la fugaz hoja del helecho
sin sentir el asombro definitivo del marfil.

Allí bajo las raíces y en la médula del aire,
se comprende la verdad de las cosas equivocadas.
El nadador de níquel que acecha la onda más fina
y el rebaño de vacas nocturnas con rojas patitas de mujer.

Yo no podré quejarme
si no encontré lo que buscaba;
pero me iré al primer paisaje de humedades y latidos
para entender que lo que busco tendrá su blanco de alegría
cuando yo vuele mezclado con el amor y las arenas.

Vuelo fresco de siempre sobre lechos vacíos,
sobre grupos de brisas y barcos encallados.
Tropiezo vacilante por la dura eternidad fija
y amor al fin sin alba. Amor. ¡Amor visible!

Federico García Lorca
del libro "Poeta en Nueva York"
Leído por Gloria Gómez

Poema leído en el taller, 10 de febrero de 2013


Amor perdido. La juventud

VI

No estamos, exactamente, en ningún sitio,
somos esos arcángeles negros,
que sólo aparecen para enfrentarse con la muerte.


Vivir, vivir en el deseo, sin hambre, sin sueño,
invencibles en nuestro empecinamiento de vivir.
Y así comenzamos cada día, ciegos amantes del sol,
pero, también, enloquecidos amantes de la lluvia
y nos dejamos llevar por el viento de los huracanes
y nunca necesitamos volver a ningún sitio
porque de ningún sitio somos o hemos partido.


La vida nos entra por los ojos, casi siempre
y nos burlamos de todo lo que nos circunda,
sin otra razón que estas crueles lágrimas,
que no pensamos derramar,
que no pensamos ofrecer a ningún Dios,
porque nosotros somos dioses en nuestra burla
y ni siquiera ambicionamos morir
porque de alguna manera ya hemos muerto.


Miguel Oscar Menassa
Poema leído por Maribel Domínguez Duarte

sábado, 9 de febrero de 2013

Poema leído en el taller, 3 de febrero de 2013



Adrede

Si por cauces, entre juncias, 
en busca corre la nieve
de corales que soñò;

si redondas formas claras
por el aire van y vienen
 

entre raquetas o liras;
si el pájaro echa a volar
 

porque se abre de repente
surtidor en el silencio,

todo es adrede,
el mundo algo quiere.


Si en cortar las hojas secas
las estrellas se entretienen,
y van menguando los días;

si ese niño se equivoca
y dice: «cuatro y dos siete»,

al ver cruzar unas nubes;
si los duraznos de junio
 

agraces truecan por mieles,
y verdores por carmines,

todo es adrede,
el mundo algo quiere.


Si al pasar junto a un espejo
mi misma imagen me duele,
porque no es como sería;

si se rompe un mito y Dafne
llora en primavera al verse

rosados brazos sin hoja;
si grita y grita el teléfono

y la otra voz está ausente
y un porvenir agoniza,

todo es adrede,
el mundo algo quiere.


Si artera sota se acerca
de puntas sobre el tapete
y asesina al quinto sueño;

si existe amor tan ingrávido
que ningún relò le siente

y escapa a ayer o a mañana;
si palabras tan distintas

acaban por entenderse
como «abril», «mil», «beso», «peso»,

todo es adrede,
el mundo algo quiere.


Si el haragán, rey del ocio,
en yerba de abril se tiende,
silba, que silba, que silba;

si doce doncellas lloran
y ningún héroe viene

a arrancarlas de sus cifras;
si un imposible me salva

a orillas del accidente,
tirándome de mi sombra,

todo es adrede,
el mundo algo quiere.


Que aunque, villano, el azar
visibles rumbos no lleve,
el aire todo es caminos.

¿Lo casual? Hermosas máscaras
que la suerte

pone y quita, quita y pone
sobre la faz de lo adrede.

El mundo algo quiere.
 

Pedro Salinas
Poema leído por Esther Núñez

Poema leído en el taller, 3 de febrero de 2013


1910
(Intermedio)


Aquellos ojos míos de mil novecientos diez
No vieron enterrar a los muertos,
Ni la feria de ceniza del que llora por la madrugada,
Ni el corazón que tiembla arrinconado como un caballito de mar.

Aquellos ojos míos de mil novecientos diez
Vieron la blanca pared donde orinaban las niñas,
El hocico del toro, la seta venenosa
Y una luna incomprensible que iluminaba por los rincones
Los pedazos de limón seco bajo el negro duro de las botellas.

Aquellos ojos míos en el cuello de la jaca,
En el seno traspasado de Santa Rosa dormida,
En los tejados del amor, con gemidos y frescas manos,
En un jardín donde los gatos se comían a las ranas.

Desván donde el polvo viejo congrega estatuas y musgos.
Cajas que guardan silencio de cangrejos devorados.
En el sitio donde el sueño tropezaba con su realidad.
Allí mis pequeños ojos.

No preguntarme nada. He visto que las cosas
Cuando buscan su curso encuentran su vacío.
Hay un dolor de huecos por el aire sin gente
Y en mis ojos criaturas vestidas ¡sin desnudo!

Federico García Lorca
del libro "Poeta en Nueva York"
Poema leído por Gloria Gómez

jueves, 7 de febrero de 2013

Poema leído en el taller, 3 de febrero de 2013



En el Laberinto

Más de veinte mil días avanzando, siempre penosamente,
siempre a contracorriente,
por esta enmarañada fundación donde giran los vientos
y se cruzan en todas direcciones paisajes y paredes tapiándome la puerta.
No sé si al continuar no retrocedo
o si al hallar un paso no confundo por una bocanada de niebla mi camino.
Tal vez volver atrás sea como perder dos veces la partida,
a menos que prefiera demorarme castigando las culpas
o aprendiendo a ceñir de una vez para siempre los nudos de la duda y el adiós,
pero no está en mi ley el escarmiento, la trampa en el reverso del tapiz,
y tampoco podré nacer de nuevo como la flor cerrada.
Habrá que proseguir desenrollando el mundo, deshaciendo el ovillo,
para entregar los restos a la tejedora,
como quiera que sea, en el extremo o en el centro, a la salida.
He visto varias veces pasar su sombra por algunos ojos,
cubrirlos hasta el fondo;
varias veces graznaron a mi lado sus cuervos.
Perdí de vista fieles paraísos y amores insolubles como las catedrales.
Encontré quienes fueron mis propios laberintos dentro del laberinto,
así como presumo que comienza uno más donde se cree que éste se termina.
Extravié junto a nidos de serpientes mi confuso camino
y me obligó a desviarme más de un brillo de tigres en la noche entreabierta.
Siempre hay sendas que vuelan y me arrojan en un despeñadero
y otras me decapitan vertiginosamente bajo las últimas fronteras.
Recuento mis pedazos, recojo mis exiguas pertenencias y sigo,
no sé si dando vueltas,
si girando en redondo alrededor de la misma prisión,
del mismo asilo, de la misma emboscada, por muchísimo tiempo,
siempre con una soga tensa contra el cuello o contra los tobillos.
A ras del suelo no se distingue adónde van las aguas ni la intención del muro.
Sólo veo fragmentos de meandros que transcurren como una intriga en piedra,
etapas que parecen las circunvoluciones de una esfinge de arena,
corredores tortuosos al acecho de la menor incertidumbre,
trozos desparramados de otro mundo que se rompió en pedazos.
Pero desde lo alto, si alguien mira,
si alguien juzga la obra desde el séptimo día,
ha de ver la espesura como el plano de una disciplinada fortaleza,
un inmenso acertijo donde la geometría dispone transgresiones y franquicias,
un jardín prodigioso con proverbios para malos y buenos,
un mandala que al final se descifra.
Ignoro aquí quién soy.
Tal vez alguien lo sepa, tal vez tenga un cartel adherido a la espalda.
Sospecho que soy monstruo y laberinto.



Olga Orozco
Poema leído por Maribel Domínguez Duarte
     

miércoles, 6 de febrero de 2013

Poema leído en el taller, 3 de febrero de 2013



Amor, Mundo en Peligro


Hay que tener cuidado,
mucho cuidado: el mundo
está muy débil, hoy,
y este día es el punto
más frágil de la vida.
Ni siquiera me atrevo
a pronunciar el nombre,
por si mi voz rompiera
ese encaje sutil
labrado por alternos
de sol y luna, rayos,
que es el pecho del aire.
Hay que soñar despacio:
nuestros sueños deciden
como si fueran pasos;
y detrás de ellos quedan
sus huellas, tan marcadas,
que el alma se estremece
al ver cómo ha llenado
la tierra de intenciones
que podrían ser tumbas
de nuestro gran intento.
Soñar casi en puntillas
porque la resonancia
de un sueño, o de un pie duro
en un suelo tan tierno
podría derribar
las fabulosas torres
de alguna Babilonia.
Hay que afinar los dedos:
hoy todo es de cristal
en cuanto lo cogemos.
Y una mano en la nuestra
quizá se vuelva polvo
antes de lo debido
si se la aprieta más
que a un recuerdo de carne.
Hay que parar las gotas
de la lluvia: al caer
en la tierra abrirían
hoyos como sepulcros;
porque el suelo es tan blando
que en él todo es entierro.
Parar, más todavía,
cuando estemos al borde
de algún lago de plata,
el afán de llorar
que su gran parecido
con un lago de plata
en nosotros provoca.
Sí, detener las lágrimas.
Si una lágrima cae
hoy con su peso inmenso
en un lago o en unos
ojos que nos querían
puede llegar tan hondo
que destruya los pájaros
del cielo más amado,
y, haciendo llover plumas,
llene toda la tierra
de fracasos de ala.
No hay que apartar la vista
de los juncos de azogue
donde el calor se mide.
Si el ardor sube mucho
en pechos o en termómetros,
puede arruinar la tierna
cosecha que prometen
tantas letras sembradas
en las cartas urgentes.
Vigilar, sobre todo,
a ella, a la aterradora
fuerza y beldad del mundo:
amor, amor, amor.
Esa que es grito y salto,
profesora de excesos,
modelo de arrebatos,
desatada bacante
que lleva el pelo suelto
para inquietar los aires,
esa
envidia de torrentes,
ejemplo de huracanes,
la favorita hija
de los dioses extremos
-amor, amor, amor-que
con su delirante
abrazo hace crujir
por detrás de la carne
que se deja estrechar
lo que más se resiste
en este cuerpo humano,
a ternura y a beso:
el destino final
del hombre: el esqueleto.
Amor, amor, amor.
¿Porque quién ha sabido
nunca, si hace o deshace?
¿Y si, cuando nos arde
es que nos alza a llama,
o nos quiere cenizas?
Por eso, el mundo, hoy débil,
le teme más que a nadie.
Y hay que dar el aviso
a todos los amantes
de que la vida está
al borde de romperse
si se siguen besando
como antes se besaban.
¡Que se apaguen las lumbres,
que se paren los labios,
que las voces no digan
ya más: "Te quiero"! ¡Que
un gran silencio reine,
una quietud redonda,
y se evite el desastre
que unos labios buscándose
traerían a esta suma
de aciertos que es la tierra!
Que apenas la mirada,
lo que hay más inocente
en el cuerpo del hombre,
se quede conservándole
al amor su futuro,
en esa leve estrella
que los ojos albergan
y que por ser tan pura
no puede romper nada.
Tan débil está el mundo
-cendales o cristales-que
hay que moverse en él
como en las ilusiones,
donde un amor se puede
morir si hacemos ruido.
Sólo
una trémula espera,
un respirar secreto,
una fe sin señales,
van a poder salvar
hoy,
la gran fragilidad
de este mundo.
Y la nuestra.


PEDRO SALINAS
España, 1891
Poema leído por Esther Núñez

Poema leído en el taller, 3 de febrero de 2013



I

Voluptuosa semilla, aquí me planto
y creceré, y, aquí, echaré raíces
y tendré brotes que, a su vez,
tendrán otros brotes.
Decreto a la reseca meseta castellana,
la patria del poeta.
Arrancaré perfumes de tus rocas,
como de flores de la estación del sur,
y alguien dirá:
antes de los colores del poeta,
                                               vos,
eras gris.
Y yo recordaré:
haberte pintado los labios con mi nombre.


Sobre el verde aroma del limón,
-         caballo de los astros -.
Indio de luz,
cobre rasgado por el oxígeno vital,
mi poesía,
                        pulmón del universo.

Líquenes cenagosos
y alforjas repletas de manzanas,
detenidas en el tiempo del frescor.


Inmensidad,
                        verde infinito,
sesgo del sol,
entre las cejas del profundo mar,
atlántico silvestre.

No veis que soy el que os saluda,
desde más allá de las más altas cumbres,
más allá de los oscuros cielos de Dios;
desde la profunda galaxia de lo verde.

Meteórica expansión del arco iris,
soy un color que ya no tiene,
el blanco,
de la pequeña pureza inmaculada,
ni el manto negro de la muerte,
desolada,
ni los ojos sangrantes del rubí.

Soy del celeste cosmos y del sol,
la conjunción marítima y alada.


Mi voz,
es el rasguito de la guitarra astral.
mi canto,
es el sonido gutural del tiempo.
canto y estallo cada vez,
y cada vez,
                        me desintegro.


Pierdo mi ser entre fragmentos
y en este vacío de nada y de color,
porque ya no seré,
recorro los espacios infinitos,
montado en verde luz,
                                   pradera de los cielos
Pampa,
                        tendida en las alturas.


Miguel Oscar Menassa
Libro “La Patria del Poeta” 1991
Poema leído por Gloria Gómez