viernes, 31 de enero de 2014

Poemas del Recital 26 de enero de 2014


LA CONDENA

Aquí nos vemos nuevamente,
persiguiéndonos en la distancia.
No lo sabemos y llevamos
uno contra otro la mirada.

Oscuramente se alimenta
la luz injusta en nuestras brasas,
nos ilumina oscuramente
el turbio pozo de las lágrimas.

No lo sabemos. Y pasamos
como las fieras acosada
desde la edad de una condena
hacia el llanto de una esperanza.

Y llevamos como una ortiga,
en nuestra carne la palabra,
la saliva irreconciliable
que por la sangre se adelanta.

No lo sabemos. Y vivimos
construyendo paredes, tapias,
tabiques, muros, que nos van
poco a poco tapiando el alma.

No lo sabemos. Y vivimos
cada día una nueva jaula.
Nos encontramos persiguiéndonos
sin saberlo. La vida pasa.

Nos trae, nos lleva, sordamente.
Tristemente. Nos abalanza.
No lo sabemos. Y el amor
no encuentra patria.

Leopoldo de Luis
Poema leído por Esther Núñez


Poemas del Recital 26 de enero de 2014


POEMA DOBLE DEL LAGO EDÉN

Era mi voz antigua
ignorante de los densos jugos amargos.
La adivino lamiendo mis pies
bajo los frágiles helechos mojados.

¡Ay voz antigua de mi amor!
¡Ay voz de mi verdad!
¡Ay voz de mi abierto costado,
cuando todas las cosas manaban de mi lengua
y el césped no conocía la impasible dentadura del caballo!

Estás aquí bebiendo mi sangre,
bebiendo mi humor de niño pasado,
mientras mis ojos se quiebran en el viento
con el aluminio y las voces de los borrachos.

Dejarme pasar la puerta
donde Eva come hormigas
y Adán fecunda peces deslumbrados.
Dejarme pasar, hombrecillos de los cuernos,
al bosque de los desperezos
y los alegrísimos saltos.

Yo sé el uso más secreto
que tiene un viejo alfiler oxidado
y sé del horror de unos ojos despiertos
sobre la superficie concreta del plato.

Pero no quiero mundo ni sueño, voz divina,
quiero mi libertad, mi amor humano
en el rincón más oscuro de la brisa que nadie quiera.
¡Mi amor humano!

Esos perros marinos se persiguen
y el viento acecha troncos descuidados
¿Oh voz antigua, quema con tu lengua
esta voz de hojalata y de talco!

Quiero llorar porque me da la gana,
como lloran los niños del último banco,
porque no soy un hombre, ni un poeta, ni una hoja,
pero sí un pulso herido que ronda las cosas del otro lado.

Quiero llorar diciendo mi nombre,
rosa, niño y abeto a la orilla de este lago,
para decir mi verdad de hombre de sangre
matando en mí la burla y la sugestión del vocablo.

N0, no. Yo no pregunto, yo deseo.
Voz mía libertada que me lames las manos.
En el laberinto de biombos es el desnudo el que recibe
la luna de castigo y el reloj encenizado.

Así hablaba yo.
Así hablaba yo cuando Saturno detuvo los trenes
y la bruma y el Sueño y la Muerte me estaban buscando.
Me estaban buscando
allí donde mugen las vacas que tienen patitas de paje
y allí donde flota mi cuerpo entre los equilibrios contrarios.

Federico García Lorca
Del libro "Poeta en Nueva York"
Poema leído por Gloria Gómez

Poemas del Recital 26 de enero de 2014


CUENTO

Yo era débil,
rubia, poetisa, bien casada.
Tenía deudas
y una salud de panetela blanca
Hicimos una casa pobremente,
muchas ventanas:
para enseñar nuestro besos a las nubes,
para que el sol entrara.

La casa era tan bella
que tú nunca dormías.
Ya no eras abogado ni poliomielítico
ni nada.
Nunca dije:
¿cuándo vas a poner esa demanda?
porque yo tampoco
cocinaba.
Fueron días
como no quedan otros en las ramas.
Yo me empeñaba en sembrar algo en el patio:
tus gatos lo orinaban,
pero era tan feliz que no podía
decir malas palabras.
Ay, una tarde
(septiembre tomó parte en la desgracia),
ay, una tarde
(Dios estaría sacando crucigramas);
ay, una tarde
pusiste tantas piedras en mi saya
que desde entonces
ando inventándome la cara.
El cuchillo
tenía la forma de tu alma;
yo quería ser otra, hablar las estrellas
(sobraron noche y cama).
Yo me empeñaba en sembrar algo en tu pecho:
tus gatos lo orinaban,
y era tan infeliz que no podía
decir buenas palabras.
Tarde en otoño.
Miré las sábanas amargas,
el jarro de la leche,
las cortinas,
y el crepúsculo me convirtió en su mancha.
(Yo era un clavel podrido de repente,
un canario botado).
Con empujones que lo gris me daba,
entre temblores,
volví a la falda 
de mi madre.
Pasaron tantas cosas
mientras yo me bebía la soledad a cucharadas...
Un viernes
-un viernes en que tu olvido me enterraba-
llegué a la esquina
de la casa
estaba allí como una tumba diferente,
se veía otra luz por las ventanas.
Tuve miedo de odiar...
(Ya era tan mala)
pasaron tantas cosas;
el tiempo fue cosiendo mi mirada.
Ahora no pueden asustarme con los truenos
porque la luz me alza.
Ahora no pueden confundirme con un libro.
Soy la palabra recobrada.
¡Ríanse,
agujas que en mi carne se desmandan;
ríanse, 
arañas que me tejen la mortaja;
ríanse, 
que a mí, también carajo, me da gracia!

Carilda Oliver Labra
Poema leído por Maribel Domínguez Duarte



Poemas del Recital 26 de enero de 2014


LA SECTA DE LOS MENDIGOS

En Madrid hay muchos.
(Ahora les llaman indigentes.)
Hay cuatro mil mendigos,
también hay mendigas.
Ya ni piden.
No tienen familia,
no tienen amigos,
no tienen nada.
Algunos han perdido la razón,
otros han perdido todo menos la razón.
Pasan hambre
pasan frío
pasan soledad
pasan dolores
pasan semáforos en rojo.
Comen mortadela y sardinas,
beben coñac de barril
y vino barato de cartón.
Duermen en cajas de cartón
(ataúdes de cartón).

En invierno mueren de frío

o de corazón,

(algunos de sida).

Otros mueren porque les mata otro mendigo.

Es diciembre.

Los mendigos han salido
de sus tumbas de cartón
y han cantado un villancico
porque nace el Redentor.
---El Niño Jesús nació en un portal,
nosotros morimos en otro portal...

Gloria Fuertes
Poema leído por Esther Núñez



miércoles, 29 de enero de 2014

Poemas del Recital 26 de enero de 2014

EL VIAJERO

I

Está en la sala familiar, sombría,
y entre nosotros, el querido hermano
que en el sueño infantil de un claro día
vimos partir hacia un país lejano.

Hoy tiene ya las sienes plateadas,
un gris mechón sobre la angosta frente,
y la fría inquietud de sus miradas
revela un alma casi toda ausente.

Deshójanse las copas otoñales
del parque mustio y viejo.
La tarde, tras los húmedos cristales,
se pinta, y en el fondo del espejo.

El rostro del hermano se ilumina
suavemente. ¿Floridos desengaños
dorados por la tarde que declina?
¿Ansias de vida nueva en nuevos años?

¿Lamentará la juventud perdida?
Lejos quedó -la pobre loba- muerta.
¿La blanca juventud nunca vivida
teme, que ha de cantar ante su puerta?

¿Sonríe el sol de oro
de la tierra de un sueño no encontrada;
y ve su nave hender el mar sonoro,
de viento y luz la blanca vela hinchada?

Él ha visto las hojas otoñales,
amarillas, rodar, las olorosas
ramas del eucalipto, los rosales
que enseñan otra vez sus blancas rosas.

Y este dolor que añora o desconfía
el temblor de una lágrima reprime,
y un resto de viril hipocresía
en el semblante pálido se imprime.

Serio retrato en la pared clarea
todavía. Nosotros divagamos.
En la tristeza del hogar golpea
el tictac del reloj. Todos callamos.



II

He andado muchos caminos,
he abierto muchas veredas;
he navegado en cien mares,
y atracado en cien riberas.

En todas partes he visto
caravanas de tristeza,
soberbios y melancólicos
borrachos de sombra negra,

y pedantones al paño
que miran, callan, y piensan 
que saben, porque no beben
el vino de las tabernas.

Mala gente que camina
y va apestando la tierra...

Y en todas partes he visto
gentes que danzan o juegan,
cuando puedes, y laboran
sus cuatro palmos de tierra.

Nunca, si llegan a un sitio,
preguntan a dónde llegan.
Cuando caminan, cabalgan
a lomos de mula vieja,

y no conocen la prisa
ni aún en los días de fiesta.
Donde hay vino, beben vino;
donde no hay vino, agua fresca.

Son buenas gentes que viven,
laboran, pasan y sueñan,
y en un día como tantos,
descansan bajo la tierra.



III

La plaza y los naranjos encendidos
con sus frutas redondas y risueñas.

Tumulto de pequeños colegiales
que, al salir en desorden de la escuela,
llenan el aire de la plaza en sombra
con la algazara de sus voces nuevas.

¡Alegría infantil en los rincones
de las ciudades muertas!...
¡Y algo de nuestro ayer, que todavía
vemos vagar por estas calles viejas!

Antonio Machado
Poema leído por Gloria Gómez,
Esther Núñez y Maribel Domínguez Duarte

sábado, 4 de enero de 2014

El Taller de Poesía Grupo Cero de Alcalá de Henares, te desea  Feliz  2014  y  Poéticos  Reyes.

"Por el cinco de enero,
para el seis, yo quería
que fuera el mundo entero
una juguetería."

Del poema "Las Abarcas Desiertas" de Miguel Hernández



LAS ABARCAS DESIERTAS

Por el cinco de enero,
cada enero ponía
mi calzado cabrero
a la ventana fría.

Y encontraban los días,
que derriban las puertas,
mis abarcas vacías,
mis abarcas desiertas.

nunca tuve zapatos,
ni trajes, ni palabras:
siempre tuve regatos,
siempre penas y cabras.

Me vistió la pobreza,
me lamió el cuerpo el río,
y del pie a la cabeza
pasto fui del rocío.

Por el cinco de enero
para el seis, yo quería
que fuera el mundo entero
una juguetería.

Y al andar la alborada
removiendo las huertas,
mis abarcas sin nada,
mis abarcas desiertas.

Ningún rey coronado
tuvo pie, tuvo gana
para ver el calzado
de mi pobre ventana.

Toda la gente de trono,
toda gente de botas
se rió con encono
de mis abarcas rotas.

Rabié de llanto, hasta
cubrir de sal mi piel,
por un mundo de pasta
y un mundo de miel.

Por el cinco de enero,
de la majada mía
mi calzado cabrero
a la escarcha salía.

Y hacia el seis, mis miradas
hallaban en sus puertas
mis abarcas heladas,
mis abarcas desiertas.

Miguel Hernández