viernes, 30 de diciembre de 2016

Feliz Año 2017


Los integrantes del Taller de Poesía Grupo Cero en Alcalá de Henares desean a todos los lectores que nos visitan de cualquier parte del mundo un Feliz Año 2017.

Un abrazo poético.


miércoles, 21 de diciembre de 2016

TE ESPERARÉ APOYADA EN LA CURVA DEL CIELO...


TE ESPERARÉ APOYADA EN LA CURVA DEL CIELO…

Te esperaré apoyada en la curva del cielo
y todas las estrellas abrirán para verte
sus ojos conmovidos.

Te esperaré desnuda.
Seis túnicas de luz resbalando ante ti
deshojarán el ámbar moreno de mis hombros.

Nadie podrá mirarme sin que azote sus párpados
un látigo de niebla.
Sólo tú lograrás ceñir en tus pupilas
mi sien alucinada
y mis manos que ofrecen su cáliz entreabierto
a todo lo inasible.

Te esperaré encendida.
Mi antorcha despejando la noche de tus labios
libertará por fin tu esencia creadora.
¡Ven a fundirte en mí!
El agua de mis besos, ungiéndote, dirá
tu verdadero nombre.

 

Ernestina de Champourcín

miércoles, 14 de diciembre de 2016

CONVERSACIÓN CON EL ÁNGEL


 
CONVERSACIÓN CON EL ÁNGEL

 
Contigo en aquel tiempo yo andaba siempre absorta,
siempre a tientas, a punto de caerme, pero indemne y eterna,
tomada de tu mano.
Ya casi te veía, lo mismo que al destello de un farol en la niebla,
una señal de auxilio en la tormenta.
Sí, tu, mi sombra blanca, transparencia guardiana,
mi esfinge azul hecha con el insomnio y el íntimo temblor de cada instante,
igual que una respuesta que se adelanta siempre a la pregunta.
Sin duda en algún sitio aún estarán marcados tus dos pies delante de mis pasos
porque te interponías de pronto entre mi noche y el abismo.
Sospecho que convertías en refugios dorados mis peores pesadillas,
que apartabas las setas venenosas y las piedras sangrientas
y venciste acechanzas y castigos.
tal vez hasta me contagiaras la sonrisa
y lloraras después un larguísimo tiempo con mis lágrimas, vestido con mi duelo.
Después, mucho después, en esos años en que creí perderte
en algún laberinto o en una encrucijada;
fue cuando me dejaste a solas, tan mortal, en el destierro.
Quizá te convocaron de lo alto para un duro relevo,
y acudiste como un vigía alerta sin mirar hacia atrás,
aunque a veces descubrí tu perfume de nube y de jazmín en una ráfaga
y hasta palpé la suavidad que deja la huida de una pluma debajo de la almohada.
Ahora, ya replegada toda la lejanía con un golpe ritual,
como en un abanico que se cierra,
frente al juego donde arde de una vez el lujoso inventario de todo lo imposible,
no aquel contra el que lloraríamos como estatuas de sal a la inocencia,
su mirada de huérfana perdida,
sino el otro, el incierto, el del principio y el final,
donde comienza tu oculto territorio impredecible,
donde tal vez se acabe tu pacto con el silencio y mi ceguera.

 
Olga Orozco

domingo, 11 de diciembre de 2016

EL JARDÍN DORMIDO


EL JARDÍN DORMIDO

 
Cuando el sueño la abrazó, yo robé mi mano,
cubrí sus sueños,
vi la miel ocultarse tras sus  párpados,
recé por dos piernas milagrosas,
me incliné sobre los latidos de su corazón,
 vi trigo sobre el mármol y sueño.
Una gota de mi sangre lloró,
temblé…
el jardín duerme en mi lecho.

 
Fui hacia la puerta
sin volverme hacia mi alma dormida,
oi el tintineo antiguo de sus pasos  y las campanas de mi corazón.

 
Fui hacia la puerta
- la llave está en su bolso
y ella duerme como un ángel después del amor-.
Noche sobre lluvia en la calle y ningún ruido
salvo los latidos de su corazón y la lluvia.

 
Fui hacia la puerta
se abre,
salgo.
Se cierra,
mi sombra se desliza tras de mí.
¿Por qué digo adiós?

 
Desde ahora soy extraño a los recuerdos y a mi casa.
Bajé las escaleras.
Ni un ruido,
salvo los latidos de su corazón, la lluvia
y mis pasos sobre la escalera que desciende
desde sus manos al deseo de viajar.

 
Llegué al árbol.
Allí, ella me abrazó,
allí me golpearon los rayos de plata y clavel,
allí comenzaba su universo,
allí se terminaba.
Me detuve unos instantes hechos de azucenas y de invierno,
me marché,
dudé,
luego me marché.
Recogí mis pasos y mi recuerdo salado
y me marché en mi compañía.

 
Ni despedida ni árbol.
Los deseos se  han dormido tras las ventanas,
todas las historias de amor
y todas las traiciones se han dormido tras las ventanas
y la policía secreta también…

 
Rita duerme… duerme y despierta sus sueños.
Por la mañana recogerá su beso
y sus días,
y luego preparará mi café árabe
y su café con leche.
Me preguntará, por milésima vez, por nuestro amor
y responderé:
soy el mártir de las manos que,
cada mañana, me preparan el café.

 
Rita duerme… duerme y despierta sus sueños
-¿Nos casaremos?
- Sí
- ¿Cuándo?
- Cuando crezcan violetas
en las gorras de los soldados.

 
He recorrido las calles, el edificio de correos,
los cafés de las aceras, los clubes nocturnos
y las ventanillas de venta de billetes.
Te amo, Rita. Te amo. Duerme.
Dentro de trece inviernos preguntaré:
¿Todavía duermes
o te has despertado?
¡Rita! Te amo, Rita,
te amo…

 
Mahmud Darwish
Perteneciente al libro: Bodas, 1977

 

 

miércoles, 7 de diciembre de 2016

SI HAS PERDIDO TU NOMBRE


“ SI HAS PERDIDO TU NOMBRE…”

 

Si has perdido tu nombre.
recobraremos la puntada de las calles
más solas
para llamarte sin nombrarte.

 
Si has perdido tu casa,
despistaremos a los guardianes de la
cárcel
hasta dejarlos con su sombra y sin sus muros.

 
Si has perdido el amor,
publicaremos un gran bando de palomas
desnudas
para atrasar la vida y darte tiempo.

 
Si has perdido tus límites,
recorreremos el cruento laberinto
hasta alzar otra forma desde el fondo.

 
Si has perdido tus ecos o tu origen,
los buscaremos, pero hacia delante,
en el templo final de los orígenes.

 
Solamente si has perdido tu pérdida,
cortaremos el hilo
para empezar de nuevo.

 
Roberto Juarroz

lunes, 5 de diciembre de 2016

CUANDO NACE UN HOMBRE


CUANDO NACE UN HOMBRE…

 
Cuando nace un hombre
siempre es amanecer aunque en la alcoba
la noche pinte negros cristales.

 
Cuando nace un hombre
hay un olor a pan recién cocido
por los pasillos de la casa;
en las paredes, los paisajes
huelen a mar y a hierba fresca
y los abuelos del retrato
vuelven la cara y se sonríen.

 
Cuando nace un hombre
todos los muertos de su sangre
llegan a verle y se comprueban
en el contorno de su boca.

 
Cuando nace  un hombre
hay una estrella detenida
al mismo borde del tejado
y en un lejano monte o risco
brota un hilillo de agua nueva.

 
Cuando nace un hombre
todas las madres de este mundo
siente calor en su regazo
y hasta los labios de las vírgenes
llega un sabor a miel y a beso.

 
Cuando nace un hombre
de los varones brotan chispas,
los viejos muchachos atestiguan
el fuego alegre de sus venas.

 
Cuando nace un hombre
todos tenemos un hermano

 
Ángela Figuera Aymerich

 

martes, 29 de noviembre de 2016

CUERPO PRESENTE


CUERPO PRESENTE

La piedra es una frente donde los sueños gimen
sin tener agua curva ni cipreses helados,
la piedra es una espalda para llevar al tiempo
con árboles de lágrimas y cintas y planetas.

Yo he visto lluvias grises hacia las olas
levantando sus tiernos brazos acribillados,
para no ser cazadas por la piedra tendida
que desata sus miembros sin empapar la sangre.

Porque la piedra coge simientes y nublados,
esqueletos de alondras y lobos de penumbra;
pero no da sonidos, ni cristales, ni fuego,
sino plazas y plazas y otras plazas sin muros.

Ya está sobre la piedra Ignacio el bien nacido.
Ya se acabó; ¿qué pasa? Contemplad su figura:
la muerte le ha cubierto de pálidos azufres
y le ha puesto cabeza de oscuro minotauro.

Ya se acabó. La lluvia penetra por su boca.
El aire como loco deja su pecho hundido,
y el Amor, empapado con lágrimas de nieve,
se calienta en la cumbre de las ganaderías.

¿Qué dicen? Un silencio con hedores reposa.
Estamos con un cuerpo presente que se esfuma,
con una forma clara que tuvo ruiseñores
y la vemos llenarse de agujeros sin fondo.

¿Quién arruga el sudario? ¡No es verdad lo que dice!
Aquí no canta nadie, ni llora en el rincón,
ni pica las espuelas, ni espanta la serpiente:
aquí no quiero más que los ojos redondos
para ver ese cuerpo sin posible descanso.

Yo quiero ver aquí los hombres de voz dura.
los que doman caballos y dominan los ríos:
los hombres que les suena el esqueleto y cantan
con una boca llena de sol y pedernales.

Aquí quiero yo verlos. Delante de la piedra.
Delante de este cuerpo con las riendas quebradas.
Yo quiero que me enseñen donde está la salida
para este capitán atado por la muerte.

Yo quiero que me enseñen un llanto como un río
que tenga dulces nieblas y profundas orillas,
para llevar el cuerpo de Ignacio y que se pierda
sin escuchar el doble resuello de os toros.

Que se pierda en la plaza redonda de la luna
que finge cuando niña doliente res inmóvil;
que se pierda en la noche sin canto de los peces
y en la maleza blanca del humo congelado.

No quiero que le tapen la cara con pañuelos
para que se acostumbre con la muerte que lleva.
Vete Ignacio: No sientas el caliente bramido.
Duerme, vuela, reposa: ¡También se muere el mar!

Federico García Lorca




viernes, 25 de noviembre de 2016

LO IRREPARABLE


LO IRREPARABLE

 

¿Podemos ahogar el viejo, el prolongado remordimiento,
que vive, se agita y se retuerce,
y se nutre de nosotros como el gusano de los muertos,
como de la encina la oruga?
¿Podemos ahogar el implacable remordimiento?

 
¿En qué filtro filtro, en qué vino, en qué tisana,
ahogaremos este viejo enemigo,
paciente como la hormiga?
Destructor y goloso como la cortesana,
¿En qué filtro?-¿en qué vino?-¿en qué tisana?

 
Dilo, bella hechicera, ¡Oh! di si tu lo sabes,
a este espíritu colmado de angustia
y semejante al moribundo que aplastan los heridos,
que el casco del caballo holla,
dilo, bella hechicera, ¡Oh! di si tu lo sabes,

 
A este agonizante que el lobo ya olfatea
y que atisba el cuervo,
¡A este soldado fatigado! si es preciso que desespere,
de tener su cruz y su tumba;
¡Este pobre agonizante que el lobo ya olfatea!

 
¿Podemos iluminar un cielo cenagoso y negro?
¿Podemos desgarrar las tinieblas
más densas que la paz, sin mañana y sin noche,
sin astros, sin relámpagos fúnebres?
¿Podemos iluminar un cielo cenagoso y negro?

 
La esperanza que brillaba en las ventanas del albergue
se apagó, ¡ha muerto para siempre!
Sin luna y sin destellos, ¿dónde encontrarán albergue
los mártires de un camino malo?
¡El diablo ha apagado todo en las ventanas del albergue

 
!Adorable hechicera ¿Amas los condenados?
Di, ¿conoces lo irremisible?
¿Conoces el remordimiento, el de los rasgos envenenados,
para el que nuestro corazón sirve de blanco?
Adorable hechicera ¿Amas los condenados?

 
Lo irreparable roe con su diente maldito
nuestra alma, lastimoso monumento,
y con frecuencia ataca, como el termita,
por la base el edificio.
¡Lo irreparable roe con su diente maldito!

 

 -Yo he visto algunas veces, en el foro de un escenario trivial
que inflamaba la orquesta sonora,
un hada encender en un cielo infernal
una milagrosa aurora;
y yo he visto algunas veces, en el foro de un escenario trivial
un ser que sólo siendo luz, oro y gasa,
derribar al enorme Satán;
pero mi corazón, al que jamás visita el éxtasis,
¡Es un escenario donde se aguarda
siempre, siempre en vano, el ser de las alas de gasa!



Charles Baudelaire

miércoles, 23 de noviembre de 2016

BORLAS DE HIELO


 
BORLAS DE HIELO

 

Vengo a verte pasar todos los días,
vaporcito encantado siempre lejos...
Tus ojos son dos rubios capitanes;
tu labio es un brevísimo pañuelo
rojo que ondea en un adiós de sangre!

Vengo a verte pasar; hasta que un día,
embriagada de tiempo y de crueldad,
vaporcito encantado siempre lejos,
la estrella de la tarde partirá!

Las jarcias; vientos que traicionan; vientos
de mujer que pasó!
Tus fríos capitanes darán orden;
y quien habrá partido seré yo...!

 

César Vallejo

martes, 22 de noviembre de 2016

AMOR


AMOR

Vivir es fácil y, a veces, casi alegre.

Esta tarde, -mar, pinares, azul-,
suspendido entre los brazos ligerísimos del aire
y entre los tuyos, dulce, dulce mía,
un ritmo palpitante me cantaba:
es fácil y, a veces, casi alegre.

La brisa unía en un mismo latido
nuestros cuerpos, los árboles, las olas,
y nosotros no éramos distintos
de las nubes, los pájaros, los pinos,
de las plantas azules de agua y aire,
plantas, al fin, nosotros, de callada y dulce carne.

La tierra se extasiaba; ya casi era divina
en las nubes redondas, en la espuma,
en este blanco amor que, radiante, se eleva
al suave empuje de dos cuerpos que se unen en la hierba.

¿Recuerdas, dulce mía, cuando el aire
se llenaba de palomas invisibles,
de una música o brisa que tu aliento
repetía apresurado de secretos?

Vivir es fácil y, a veces, casi alegre.
contigo entre los brazos estoy viendo
caballos que me escapan por un aire lejano,
y estoy, y estamos, tocando con los labios
esas flores azules que nacen de la nada.

Vivir es fácil y, a veces, casi alegre.
al hablar, confundimos; al andar, tropezamos,
al besarnos no existe un solo error posible;
resucitan los cuerpos cantando, y parece
que vamos a cubrirnos de flores diminutas,
de flores blancas, lo mismo que un manzano.

Dulce, dulce mía, ciérrame los ojos,
deja que este aire inunde nuestros cuerpos;
seamos solamente dos árboles temblando
con lo mismo que en ellos ha temblado esta tarde.

Vivir es más que fácil; es alegre.
por caminos difíciles hoy llego
a la simple verdad de que tú vives.
solo quiero el amor, el árbol verde
que se mueve en el aire levemente
mientras nubes blanquísimas escapan
por un cielo que es rosa, que es azul, que es gris y malva,
que es siempre lo infinito y no comprendo,
ni quiero comprender porque esto basta;
¡amor! ¡ amor!, tus brazos y mis brazos
y los brazos ligerísimos del aire que nos lleva,
y una música que flota por encima,
que oímos y no oímos,
que consuela y exalta:
¡amor también volando a los divino!


Gabriel Celaya

domingo, 20 de noviembre de 2016

DESPUÉS DE LA MUERTE


DESPUES DE LA MUERTE

 

 La realidad que vive
en el fondo de un beso dormido,
donde las mariposas no se atreven a volar
por no mover el aire tan quieto como el amor.

 
Esa feliz transparencia
donde respirar no es sentir un cristal en la boca,
no es respirar un bloque que no participa,
no es mover el pecho en el vacío,
mientras la cara cárdena se dobla como la flor.

 
No.
La realidad vivida
bate unas alas inmensas,
pero lejos –no impidiendo el blando vaivén de las flores en que me muevo,
ni el transcurso de los gentiles pájaros
que un momento se detienen en mi hombro por si acaso…

 
El mar entero, lejos, único,
encerrado en un cuarto,
asoma unas largas lenguas por  una ventana donde el cristal lo impide,
donde las espumas furiosas amontonan sus rostros
pegados contra el vidrio sin que nada se oiga.

 
El mar o una serpiente,
el mar o ese ladrón que roba los pechos,
el mar donde mi cuerpo
estuvo en vida en merced de las ondas.
 

La realidad que vivo,
la dichosa transparencia en que nunca al aire lo llamaré unas manos,
en que nunca a los montes los llamaré besos
ni a las aguas del río doncella que se me escapa.
La realidad donde el bosque no puede confundirse
con ese tremendo pelo con que la ira se encrespa,
ni el rayo clamoroso es la voz que me llama
cuando –oculto mi rostro entre las manos- una roca a la vista del águila
puede ser una roca.

 
La realidad que vivo,
dichosa transparencia feliz en la que el sonido de una túnica
de un ángel o de ese eólico sollozo de la carne,
llega como lluvia lavada,
como esa planta siempre verde,
como tierra que, no calcinada, fresca y olorosa,
puede sustentar unos pies que no agravan.

 
Todo pasa.
La realidad transcurre
como un pájaro alegre.
Me lleva entre sus alas
como pluma ligera.
Me arrebata a la sombra, a la luz, al divino contagio.
Me hace pluma ilusoria
que cuando pasa ignora el mar que al fin ha podido:
esas aguas espesas que como labios negros ya borran lo distinto.

 
Vicente Aleixandre

jueves, 17 de noviembre de 2016

LOQUEROS... RELOJEROS...


LOQUEROS… RELOJEROS…

El sapo y ladrón


El sapo Iscariote y ladrón
en la silla del juez,
repartiendo castigos y premios
¡en nombre de Cristo,
con la efigie de Cristo
prendida en el pecho!...
Y el hombre aquí de pie,
firme, erguido, sereno
con el pulso normal,
con la lengua en silencio,
los ojos en sus cuencas
y en su lugar los huesos.
El sapo iscariote y ladrón
en la silla del juez,
repartiendo castigos y premios...
y yo tranquilo aquí
callado, impasible, cuerdo...!cuerdo!
sin que se me quiebre
el mecanismo del cerebro.
¿Cuándo se pierde el juicio?
Relojeros
¿Cuándo enloquece el hombre?
¿Cuándo,
cuando es cuando se enuncian los conceptos
absurdos
y blasfemos,
y se hacen unos gestos sin sentido,
monstruosos y obscenos?
¿Cuándo es cuando se dice,
por ejemplo:
no es verdad,
Dios no ha puesto
al hombre aquí en la Tierra
bajo la luz y la ley del Universo.
El hombre
es un insecto
que vive en las partes pestilentes y rojas
del mono y del camello?
¿Cuándo si no es ahora
(yo pregunto, loqueros),
cuándo es cuando se paran los ojos
y se quedan abiertos,
inmensamente abiertos,
sin que puedan cerrarlos ni la llama ni el viento?
¿Cuándo es cuando se cambian
las funciones del alma y los resortes del cuerpo,
y en vez de llanto
no hay más que risa y baba en nuestro gesto?
Si no es ahora,
ahora que la Justicia vale menos,
mucho menos, que el orín de los perros;
si no es ahora, ahora que la Justicia
tiene menos,
infinitamente menos
categoría que el estiércol;
si no es ahora ¿cuándo,
cuándo se pierde el juicio?
Respondedme, loqueros,
¿cuándo se quiebra y salta roto en mil pedazos
el mecanismo del cerebro?
ya no hay locos, amigos,
ya no hay locos.
Se murió aquel manchego,
aquel estrafalario
fantasma del desierto,
y... ¡ni en España hay locos!
Todo el mundo está cuerdo,
terrible,
monstruosamente cuerdo.
¡Qué bien marcha el reloj;
que bien marcha el cerebro,
este reloj, este cerebro -tic, tac ... tic, tac, tic tac...
es un reloj perfecto..., perfecto: perfecto!

 
León Felipe

 

martes, 15 de noviembre de 2016

SOY UN PÉSIMO PLAGIARIO


SOY UN PÉSIMO PLAGIARIO

Me repiten y explican
que mis versos están llenos de defectos.

Escribo como puedo
y crean que lamento más que nadie
no haber nacido genio.
Escribo de prestado
pues que yo no he inventado el castellano.

Soy ya por eso un plagiario.

Tampoco escribiría como escribo si antes otros
no hubieran agotado ciertos modos.
Soy plagiario, en consecuencia, por rechazo.

Lo cierto es que me invaden otras vidas,
me poseen y hasta fuerzan a que diga
cosas que no son mías.
Soy plagiario pues también de esa manera.
¡Y con tanta riqueza acumulada,
tanta herencia, tanta lengua atesorada,
¿es posible que no logre salvar nada?
Hasta plagiar es difícil, ¡caramba!

 

Gabriel Celaya

domingo, 13 de noviembre de 2016

VISITA A MEDINILLA


 
VISITA A MEDINILLA

 
¿Qué te impulsó a estos mares, Medinilla?
¿Soñabas con los reyes de Termate,
con la canela de Ceylán granate
o con la flor del Ganges amarilla?

 
Siento que estás aquí, bajo esta quilla
que el índico océano mueve y bate,
y a tratar con Neptuno tu rescate
voy, buzo  vertical, por la escotilla.

 
Aquí estás, sí, trenzando arpas y violas
-venas, cabellos, de tus ríos claros-,
magias y soledades españolas.

 
No quiero despertarte. Canta a solas.
Muerto de pena subo. Uno, dos faros
sangran su triste luz sobre las olas.

 
Gerardo Diego

 

jueves, 10 de noviembre de 2016

DE PROFUNDIS


 
DE PROFUNDIS

 

Si vais por la carera del arrabal, apartaos, no os inficione mi pestilencia.
El dedo de mi Dios me ha señalado: odre de putrefacción quiso que fuera este mi cuerpo,
y una ramera de solicitaciones mi alma,
no una ramera fastuosa de las que hacen languidecer de amor al príncipe,
sobre el cabezo del valle, en el palacete de verano,
sino una loba del arrabal, acoceada por los trajinantes,
que ya ha olvidado las palabras de amor,
y sólo puede pedir unas monedas de cobre en la cantonada.
Yo soy la piltrafa que el tablero arroja al perro del mendigo,
y el perro del mendigo arroja al muladar.
Pero desde la mina de las maldades, desde el pozo de la miseria,
mi corazón se ha levantado hasta mi Dios,
y le ha dicho: Oh Señor, tu que has hecho también la podredumbre,
mírame,
yo soy el orujo exprimido en el año de la mala cosecha
yo soy el excremento del can sarnoso
el zapato sin suela en el carnero del camposanto,
yo soy el montoncito de estiércol a medio hacer, que nadie compra,
y donde casi ni escarban las gallinas.
Pero te amo,
pero te amo frenéticamente.
¡Déjame, déjame fermentar en tu amor,
deja que me pudra hasta la entraña,
que se me aniquilen hasta las últimas briznas de mi ser,
para que un día sea mantillo de tus huertos!

 
Dámaso Alonso
“Hijos de la ira, 1945”