domingo, 11 de febrero de 2018

HOY QUIERO ESCRIBIR UNA CARTA DE AMOR - Magdalena Salamanca

HOY QUIERO ESCRIBIR UNA CARTA DE AMOR

Alejada del humo negro de la noche,
escribo en los pasillos de la vida
y, en mis labios, nace una sonrisa.
muda de palabras, grito versos
y los abismos forjan sus puentes.

Hoy quiero escribir una carta de amor
que impregne el universo de palabras
y los vientos con olor a violeta,
para que la sangre sea ese perfume
que fecunda mi sexo de pétalos;
flor naciendo en primavera.

Desde la distancia del océano
y la inmensidad azul,
hay en mi piel restos de tu aroma,
aroma de amor en tres dimensiones
que limitan el espacio recorrido
bajo el sol de la memoria.

Te quiero en cada paso del camino,
en los acantilados del verbo.
En las grietas del corazón, te quiero.

Hubo momentos donde mi amor
se diluía en los latidos
de una ardiente mirada,
y otros donde una mirada
era el silencio arrítmico de la noche.

Acaricio lava púrpura.
yazco en la vereda
donde el silencio hiere
el bramido de la noche,
ocultándose tras el frío
mármol de tus ojos.

Atrás quedaron los latidos
a destiempo.

Poseída por la sed hueca
de la madrugada,
rectifico la aurora
y te hablo de amor.
Son palabras, tus manos,
palabras como látigos
azotando la ausencia.
no recuerdo el surco de esta pluma
que clama el viento
la pureza de un abrazo.

Ando rodando en vertical.
la línea obtusa de tu sexo
me indica el centro.
Hago un semicírculo en el aire
y caigo sin piedad
en la cuadrícula insatisfecha
de este cuaderno sin anillas.

Las hojas trazan paralelas
entre el amor y el odio.
Un tobogán de sueño
despierta la ecuación y
divide el ángulo
en batallones de segmentos
bien uniformados.

Todas las figuras
también las aritméticas,
esperan alineadas
frente a tu presencia.

Han acabado los comienzos
con agudas fisuras en la voz:
gritos y alaridos han muerto.

Paseando por tus calles,
he contemplado la vida
suplicándome una palabra
suave, leve, que nos lleve
de la mano a la frondosa
latitud del amor.

Hay una canción entre nosotros
que tiene el tono de las flores,
el bramido de nuestra piel,
amándose.

Magdalena Salamanca Gallego
De “Habitación 501”


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