CREDO
Creo en mi corazón, ramo
de aromas
que mi Señor como una
fronda agita,
perfumando de amor toda la
vida
y haciéndola bendita.
Creo en mi corazón, el que
no pide
nada porque es capaz del
sumo ensueño
y abraza en el ensueño lo
creado:
¡inmenso dueño!
Creo en mi corazón, que
cuando canta
hunde en el Dios profundo
el flanco herido,
para subir de la piscina
viva
recién nacido.
Creo en mi corazón, el que
tremola
porque lo hizo el que turbó
los mares,
y en el que da la Vida
orquestaciones
como pleamares.
Creo en mi corazón, el que
yo exprimo
para teñir el lienzo de la
vida
de rojez o palor y que le
ha hecho
veste encendida.
Creo en mi corazón, el que
en la siembra
por el surco sin fin fue
acrecentado.
Creo en mi corazón siempre
vertido
pero nunca vaciado.
Creo en mi corazón en que
el gusano
no ha de morder, pues
mellará a la muerte;
creo en mi corazón, el
reclinado
en el pecho de Dios
terrible y fuerte.
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