VOLVIENDO
DE PARÍS
Botas negras atadas con cordeles rojo amianto
me llevaron como el mercurio a la cumbre donde la fiebre conversa con el astro rey de la noche
sobre legendarias historias de amor que nunca contaré.
¡Oh farolas de París, si tu luz no me hubiera cegado!
con ribetes de oro y un botón de marfil es mi carácter,
custodiando la daga oculta al traficante de sueños,
que osara arrancar de mis labios
tu residencia en mis versos.
¡Oh París, si te hubiera conocido el siglo pasado!
Rosada tez de tersura luna.
Blanco en lo sutil las manos.
Y como corresponde al terciopelo
tu piel era el castigo del nunca volver.
¡Oh, París, si te hubiera visitado el siglo pasado!
las jaulas de hierro,
el ferroviario destino de la pasión,
la calle estrecha donde te besé de penumbra en la boca,
la farola donde me fumé la vida esperando
la luz intermitente del
“Ya puedes subir, se fue a trabajar…”
¡Oh París, tantas cerillas consumí, el siglo pasado!
cerca de la comisura donde mi sed te vencía.
No hay rastros del cordel de tu corpiño,
que tantas veces marcó las falanges de mis dedos
hambrientos.
atadas con un cordel de rojo amianto,
maullando en la calle estrecha al reflejo de la farola,
encendiendo todas las cerillas menos una.
¡Oh María!
la vida me enseñó a fumar el último cigarrillo en compañía.
De “La máquina del tiempo"
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